El siglo XIX fue el siglo de los inventos; una época en la que mentes brillantes diseñaban, creaban y patentaban (a veces solo realizaban este último paso) aparatos de todo tipo que revolucionaban a la sorprendida sociedad. Aunque personajes como Nikola Tesla, Thomas Edison o Alexander Graham Bell han pasado a la historia, hay muchos otros nombres que son menos recordados a pesar de que sus ingenios se utilizan día tras día. De entre todos ellos hoy toca referirse a Jesse W. Reno, inventor de las escaleras mecánicas.
Tras finalizar sus estudios, Reno viajó hasta Colorado y de allí se marchó a Americus (Georgia), donde construiría la primera escalera mecánica de la historia y la patentaría como “Nuevo y práctico transportador/elevador sin fin” en 1891. Años antes, en 1859, Nathan Ames patentó un invento similar al de una escalera mecánica que funcionaba con una máquina de vapor pero que nunca llegó a construir.
En 1895 Jesse Reno instalaría otra escalera mecánica con un 25% de inclinación en Coney Island como una atracción de entretenimiento para el público que visitaba el barrio neoyorquino. Esta estuvo activa durante una exhibición de dos semanas y se estima que la utilizaron 75.000 entusiasmados pasajeros. El éxito de este diseño hizo que Reno planeara un ambicioso proyecto para incluir sus escaleras, esta vez de doble sentido, en el metro de Nueva York. Sin embargo, fue rechazado en un primer momento y el inventor decidió mudarse a Londres y fundar la compañía Reno Electric Stairways and Conveyors en 1902.
Esta nueva etapa se vio plagada de éxitos y de la popularización de su invento siendo instalado por toda Europa y Estados Unidos, especialmente en las cada vez más comunes redes de metro que surgían en las grandes ciudades a principios del siglo XX. Tal vez fuese esta bonanza lo que llevó a Jesse Reno a arriesgarse en un plan para desarrollar la primera pasarela móvil en espiral. Tras el duro trabajo que supuso y el hecho de haber sufragado él mismo su construcción e instalación en el metro de Londres, el plan de Reno y William Henry Aston (su socio) se vio abocado al fracaso debido a que nunca fue utilizado por el público.
Esta situación fue aprovechada por la compañía Waygood & Otis para hacerse con un tercio de la empresa de Jesse Reno y, al poco tiempo, con la patente de las escaleras mecánicas del inventor en 1911. Reno volvería a los Estados Unidos tras estos fracasos, donde fallecería en 1947.
En 2007 fue incluido en el Salón de la Fama de los Inventores y su creación se puede encontrar prácticamente en cualquier rincón del planeta. El sistema combinado de escaleras mecánicas más largo del mundo se encuentra en Hong Kong, mide 800 metros de longitud y conecta el centro de la ciudad con el barrio residencial de los Mid-Levels.